Una de las iglesias de más rápido crecimiento en Estados Unidos es la de lengua mandarín. Desde las grandes urbes hasta pequeñas comunidades rurales, los jóvenes migrantes chinos están viniendo a Cristo.
Esta adaptación muestra la frustración y el enojo que es común en muchas familias.
Los padres chinos-americanos frecuentemente encuentran desafíos para comunicarse con sus hijos. Yang Jie, se mudó a estados unidos a los 13 años. Fue entonces cuando la relación con sus padres empeoró.
“Las reglas familiares eran muy estrictas... suponía que hacía todo con éxito, pero… sí obtenía un 98 en un examen, era castigada”, dice Yang Jie, una joven china-americana.
Yang Jie tuvo que aprender a obedecer las reglas de una forma dura, y no podía entender por qué sus padres la trataban de esa forma.
“Mi padre era miembro del ejército, cuando era más joven. La forma en que me trató era al estilo militar”, indica Yang Jie.
A pesar del conflicto, Yang Jie nunca dudó del amor de su padre. Y ellos la motivaron a encontrar su pasión. Gradualmente ella tomó clases de baile y dedicó mucho tiempo a esta práctica en el estudio y presentaciones.
“Esa fue la mayor motivación para trabajar duro para mejorar y usar vestidos hermosos en la escuela de baile. Y luego cuando salía en las presentaciones… las flores, la fama y las alabanzas de la audiencia me hicieron sentir especial", precisa Yang Jie.
La vida era buena y ella se enamoró de Paul. Yang Jie puso la misma expectación de perfección en Paul tal como sus padres lo hicieron con ella. Pronto todo cambió y su relación acabó.
“No nos hablábamos. Estuvimos enojados el uno con el otro y yo estuve esperando que ella se disculpara conmigo primero. Fue doloroso”, indica Paul, esposo de Yang Jie.
Su matrimonio y vida familiar estaba a punto del colapso. Su hija Crystal se traumatizó por la lucha constante y los argumentos.
"Me enojaba y entristecía al mismo tiempo, porque no creo que mi padre deba tratar a mi madre así", dice Crystal Yang, hija de Paul y Yang Jie.
En medio de la angustia y la incertidumbre, Yang Jie y Paul comenzaron a asistir a los servicios de la iglesia china local. El pastor les mostró a ellos y a otras parejas jóvenes cómo construir familias fuertes y estables a la manera de Dios.
"Siempre hay gente nueva entrando, buscando el sentido de pertenencia, y como Iglesia tenemos que relacionarnos con ellos, presentarles el Evangelio. Muchos de ellos no han oído hablar de Jesús antes", precisa el pastor Tim Liu, de la Primera Iglesia Bautista China.
En 2016, según el Anuario de Estadísticas de Inmigración de Seguridad Nacional, Estados Unidos concedió casi 41,000 visas de inmigrantes a ciudadanos chinos de origen continental. El número de iglesias chinas en Estados Unidos creció de 1200 en 2006 a 1600 en 2011.
Algunas iglesias están unidas para alcanzar de manera más eficaz a los chinos jóvenes.
"Otras iglesias están dispuestas a apoyarnos y a nuestros ministerios también. Muchos chinos se trasladaron a Estados Unidos para el éxito de la prosperidad. Sin embargo, algunos se dieron cuenta más tarde que tienen una evasión espiritual en sus vidas. Ellos están buscando propósitos en la vida. Cuando ellos vienen a nosotros, podemos darles respuestas. Ellos necesitan a Jesús", dice el pastor Tim Liu.
Gradualmente, Yang Jie y su esposo encontraron su propósito como pareja, y su matrimonio se sanó.
"Tenemos que seguir estudiando y orar es como el aire que necesitamos todos los días, y leer la Biblia es como la comida que ingerimos", indica Yang Jie.
Crystal está feliz porque Jesús restauró el matrimonio de sus padres y trajo paz a su familia y un significado especial para ella.
"Señor y Gloria, y agradecimiento", comenta Crystal.
"Hoy, Jesús nos cambió a todos, necesitamos seguir fielmente al Señor y seguir sirviéndole, estábamos perdidos, ahora pertenecemos al mismo Padre", concluye Paul.