Las dos bombas que explotaron en el aeropuerto de Bruselas cambió la vida de miles y dos misioneros estuvieron a unos segundos de ser parte de la tragedia.
La mañana del 22 de marzo, Rocky Gainwright despidió a su amigo Jeff Slaughter en el aeropuerto de Bruselas. Jeff entró al pasillo de llegadas solo momentos antes del ataque.
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Llegué al quiosco, me quité la mochila y me volví a recoger mi maletín cuando vi una luz amarilla brillante. Luego, oí una explosión fuerte y violenta. Tres o cuatro segundos después ocurrió otra y fue allí, donde empezaron a caer partes de techo a mi alrededor, dice Slaughter.
Todo el vidrio estalló hacia afuera y fue sobre la gente. Pero, las personas corrían y pegaban contra mi vehículo, porque no prestaban atención. Solo deseaban alejarse lo más pronto posible, comenta Gainwright.
Estaba a 9 metros de la puerta y mi mente le dijo a mi cuerpo: Sal de aquí, indica Slaughter.
Pero, Jeff no sabía que tan malo era.
Una señora por allá sostenía abierta la puerta. Pude ver que trabajaba para el aeropuerto. En mi ingenuidad y susto, dije: ¿Cree que podremos irnos hoy? Ella me dijo: Señor, el aeropuerto está destruido, dice.
Rocky no sabía lo que había ocurrido con su amigo.
Acababa de dejar a Jeff en el edificio y no podía imaginar lo que acaba de hacer. Me estacioné y pensé: Voy a tener que entrar en ese edificio y sacarlo, comenta.
Uno trata de procesar que uno entró ocurrió y uno logró salir y wow ¿qué acaba de ocurrir?, dice Slaughter.
Unos quince minutos después, se reencontraron.
Nos encontramos cerca del centro y vi que las personas ocupaban ayuda. Empezamos a hablar con una empleada de una aerolínea, quien tenía una cortada y sangre en su rostro. Caminé hacia ella y dije: ¿Puedo orar por ti? ¿Crees en Dios? Y ella dijo: Bueno, en este momento, ahora sí, expresa Gainwright.
Ahora la pregunta para muchos, como Jeff, es ¿qué habría pasado sí ?
Pude haber caminado hacia Starbucks y justo allí, en el centro de todo, pude haber estado justo ahí, dice Slaughter.
Durante el culto del domingo de Resurrección, la iglesia local de Jeff oró por él.
Damos gracias por cuidar su vida. Te agradecemos Señor por permitirle estar con nosotros esta mañana, dijo su pastor.
Uno tiene que pensar cuán bendecido es de no haber vivido eso, pero al mismo tiempo, realmente uno se pone a pensar vaya, ese pude haber sido yo y mi corazón se duele por esas personas y por las familias que no encuentran sus seres queridos y están en hospitales y con quemaduras y lastimados y sus vidas desechas, dice Slaughter.
Jeff notó la fragilidad de la vida.
Está en manos de Dios y debemos confiar en Él a través de las dificultades y confiar que su gracia es suficiente, incluso en la hora más oscura, comenta.
Rocky lo ve como una oportunidad.
Creo que esto va a sacudir a Bélgica. Creo que va a sacudir nuestras áreas de confort para ver que necesitamos a Dios. Que entendamos que no hay protección fuera de la seguridad eterna que ocurre en el corazón. Bélgica necesita saberlo y quiero que la comunidad cristiana se levante y les dé eso a ellos, concluye Rocky.
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