Mientras las fuerzas armadas luchan para sacar a ISIS de Mosul, el grupo terrorista pelea por el territorio. ISIS ha incendiado pozos de petróleo y una planta química cerca de la ciudad… creando un camuflaje tóxico que ha enfermado a más 1.500 personas. Muchos, nuevos refugiados huyen por sus vidas.

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Miles de refugiados han tratado de escapar de la ira de ISIS en Irak. Es un pequeño goteo que podría convertirse en una inundación.

En uno de los muchos campos de refugiados a lo largo del norte de Irak, viven veinte mil personas, con otras treinta mil en los alrededores. Los expertos advierten que cuando caiga Mosul, podría representar la mayor crisis de refugiados en décadas.

“Hay mucho potencial para que esto sea catastrófico a escala humana”, dice Matthew Nowery, de Samaritan’s Purse en Irak.

Nowery dice que las personas desplazadas que salen hoy de Mosul son distintas a los refugiados que huyeron de ISIS en 2014.

“Los desplazados que saldrán de Mosul han vivido 2 años o más bajo el control de ISIS, entonces han visto lo que creo que es el peor terrorismo que mundo haya visto. Y ellos han sido influenciados por ISIS”, indica Nowery.

Dice que eso hace que este esfuerzo humanitario sea más peligroso.

“Cuando se habla de más de un millón de personas siendo desplazadas por todo el desierto de Irak, no tardará en comprender que habrá grupos de células ISIS dentro de esos grupos, lo cual trae una nueva serie de retos”, comenta Nowery.

A pesar del peligro, él ve la crisis como una oportunidad para la Iglesia, especialmente con los jóvenes.

“Estos jóvenes han visto a ISIS los últimos dos años y saben lo que se enseña. Están a punto de ser desplazados hacia la región y van a ver quién les recibe, quien les ayuda. Entonces, hemos decidido organizarnos. Creemos que Jesús nos manda a darle de beber a nuestro enemigo y servirle, por eso queremos estar allí. Queremos ser las manos y pies de Jesucristo, cuando estos niños y adultos decidan ser parte de ISIS, o no”, indica Nowery.

Nowery dice que lo que necesitan es oración.

“La situación es increíblemente compleja y le pediría a la Iglesia de Estados Unidos y todo Occidente que ore. No tenemos todas las respuestas, no sabemos cómo mantenernos totalmente seguros. Este es un llamado peligroso, pero pido oraciones para quienes serán desplazados, que Dios ablande sus corazones, que sean receptivos al mensaje que darán los seguidores de Jesús, quienes estarán en el desierto aquí en Irak, tratando de proveerles”, concluye Nowery.

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