Un reciente ataque terrorista ocurrido en la región de Mindanao, Filipinas acabó con la vida de varias personas. El hecho desencadenó roces entre el Gobierno filipino y las tropas estadounidenses. Pero en medio de estas situaciones políticas, un hombre que perdió a su familia asegura que su dolor lo motiva a compartir el evangelio de Jesús.
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Días después que el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, prometió una guerra contra el terrorismo, los militantes islámicos bombardearon un mercado nocturno en la ciudad de Davao.
Algunas personas recibían masajes en esta área, cuando la bomba explotó esa terrible noche. Uno de los que lamenta la muerte de 15 vidas inocentes, trabaja en una iglesia cristiana. Dennis Larida perdió a su esposa y a su único hijo en la explosión.
Larida recuerda que, en lugar de ir a dormir, él y su esposa, Melanie, y su hijo de 12 años, Josh, fueron al mercado nocturno para recibir un masaje. Lo que debió ser un tiempo lindo en familia, terminó en tragedia.
No puedo explicar el dolor que siento, es muy doloroso. Pero, no cuestiono a Dios. Sé que está en su voluntad que mi esposa e hijo estén en la gloria del Señor. Doy gracias a Dios por la fortaleza dada, dice Larida.
Tras el incidente, el presidente Duterte, envió más soldados y policías para asegurar las áreas de conflicto.
La bomba ocurrió durante un proceso de paz con militantes musulmanes en el sur de las Filipinas. En una afirmación controversial, Duterte ordenó a las tropas estadounidenses en Mindanao, que se marcharan, al decir que su presencia podría poner en peligro las negociaciones. Muchos musulmanes locales, conocidos como moros, culpan a los estadounidenses por la masacre ocurrida a inicios de los 1900s.
El secretario de Defensa Nacional, Delfin Lorenzana, opina distinto y dice que los estadounidenses son necesarios para acabar con el terrorismo islámico.
La razón por la que los estadounidenses están allí, es porque no tenemos la capacidad de hacer lo que ellos hacen justo ahora. Pedimos estar allí porque están siendo el equipo de inteligencia, vigilancia y reconocimiento, indica Lorenzana.
Los militares filipinos dicen que cuidarán a las personas sin importar si los estadounidenses se quedan o se van.
No tenemos los sofisticados artefactos y armamentos, pero lo importante es la persona detrás de eso. Está en nuestro mandato proteger a los filipinos y nuestros soldados están dispuestos a pagar el más alto sacrificio, dar nuestra vida para que otros puedan vivir, comenta el comandante Ezra Balegtey, jefe de Información Pública.
Podría ayudar de alguna forma a poner fin a estos grupos rebeldes y tener un entendimiento común, que estamos aquí y podemos construir un lugar mejor, sin depender en los de afuera. No todo puede ser resuelto con la presencia de las tropas estadounidenses. Podemos comprobar que podemos hacerlo a nuestra manera, con la ayuda de Dios, expresa el pastor Bert Labawan.
Mientras tanto, las familias de víctimas inocentes tratan de superar sus difíciles circunstancias. Larida ahora ha descubierto el propósito de Dios y sigue adelante.
Extrañaré terriblemente a mi familia, pero igual doy gracias a Dios por lo que pasó. Puedo compartir el evangelio con el mundo por nuestro testimonio. Si llego a conocer a las personas que hicieron esto a mi familia, les hablaré del evangelio, porque quién sabe, podrían ser salvos. La muerte de mi esposa e hijo no son en vano. Algún día nos veremos en el cielo, concluye Larida.
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