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Christian Living

nosotrosloshispanos 09/22/09

“Cuando se trata de cambiar los panales, las ninas lo hacen mejor…”

(Click here for English) Mi amigo Pedro Moreno, fundador de la organización “Father Daughter Alliance” (FADA, www.fada.org) la estableció hace poco en la India, cuya población (1.100 millones) ya está por alcanzar la de China (1.200 millones) como el país más populoso del mundo.  Sin embargo, en cuanto a los menores de 15 años, India ya rebasó la China, con la mayor población infantil del mundo: 312 millones de niños. Con su terrible política de “sólo un hijo” China ha logrado revertir su crecimiento demográfico abortando en masa a sus hijas, mientras que en la India la mitad de la población infantil es femenina.  El problema allí es que los padres no envían a sus hijas a la escuela desde una edad temprana.

Mi amigo Pedro cuenta la siguiente conversación que tuvo con un grupo de padres pobres en Nueva Delhi:

“Como tenemos escasos recursos, ¿nos permitirían inscribir sus hijas en la escuela en lugar de sus hijos?”  Luego de pensarlo un poco, los padres dieron su consentimiento.  Explorando más a fondo, les pregunté (mi traductor no quería hacerles la pregunta):

”¿Y si mientras su hija está en la escuela, un bebé en la casa necesita que le cambien los pañales, consentirían Uds. en que sus hijos varones los cambien?”  Alguien me respondió la verdad: “Es que a los niños les gusta jugar, mientras que las niñas son mejores para cambiar los pañales.”   

A la verdad, la respuesta hubiera sido la misma de Peshawar a Patagonia, de Pyongyang a Port au Prince.  A través de todo el mundo subdesarrollado la condición de las mujeres, jóvenes y mayores, es mucho peor que la de los varones de la misma edad, gracias a una preferencia casi universal por los varones.  Esta situación está bien documentada en la historia, y son pocas las culturas que escapan tal patrón.    

Recuerdo una conversación casual que tuve con una vendedora en San Salvador, en la que ella me contaba tristemente, delante de su hijita de unos 4 años, la desgracia de haber tenido una niña en lugar de un varón.  Cuando le pregunté por qué era una desgracia, me contestó con un gesto y en un tono que no daba lugar a dudas que el tener un varón era mucho más preferible, dadas todas las ventajas que implicaba.    

Históricamente, el cristianismo, particularmente en su versión reformada, ha tendido consistentemente a mejorar, si bien no curar, el desbalance cultural a favor de los varones.  En los Estados Unidos las mujeres obtuvieron el voto sólo en 1920 y en Suiza en 1950.  El movimiento feminista ha logrado mejorar las cosas, a expensas de la estructura familiar.   Hoy en día en los Estados Unidos el nivel de educación de las mujeres ha rebasado el de los varones, y su número es muy superior al de éstos en las universidades.  

Pero, en los países en vías de desarrollo, las mujeres están muy rezagadas en la educación en comparación con los varones.  Las dejan en casa para ayudar con las tareas y el cuidado de sus hermanitos menores.   La educación, sobre todo más allá del tercer o cuarto grado, es vista como un lujo innecesario que las economías  de subsistencia no pueden darse. El plan de vida anticipado para las mujeres en la inmensa mayoría de los países y las comunidades pobres no requiere tener mucha educación: se casarán, criarán hijos, mantendrán la casa y servirán a sus maridos. 

En nuestra cultura tradicional hispana las niñas son criadas para trabajar, mientas que los varones juegan.   Hay una gran desigualdad en la manera en que los criamos, lo cual siembra patrones que darán fruto para toda su vida.   El Evangelio está lentamente levantando a los hombres y a las mujeres de la esclavitud a la gloriosa libertad de los hijos de Dios.  Pero en cuanto a la preferencia cultural a favor de los hombres, el Evangelio apenas ha comenzado a surtir efecto en el mundo de habla hispana.    

Las niñas no “son mejores que los varones para cambiar los pañales”.   Ya es hora que reconozcamos nuestro patrón pecaminoso de pereza y privilegio masculino, y que tomemos nuestro lugar de hombres, como Jesús, convirtiéndonos en siervos de todos.  

Envíe sus comentarios a blog@joselgonzalez.com Lea otros artículos sobre nuestra cultura hispana en www.semilla.org  Hasta la próxima semana….

 

 

 

 

   

 

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